Verdadera vida espiritual – Swami Krishnananda

Cap01 – Espiritualidad es expansión del ser


Capítulo 1 ESPIRITUALIDAD ES EXPANSIÓN DEL SER

La espiritualidad no es una forma de vivir, en el sentido de conducirnos externamente en relación con otra gente, sino que es más bien un estado de existencia — un término con el cual todos están familiarizados, pero cuyo significado no está claro para la mayoría de la gente. Todos han escuchado las palabras “ser” y “hacer”; y el sólo hecho de que estemos familiarizados con las palabras “Dios”, “libertad”, “inmortalidad”, etc., no implica que necesariamente el significado de las mismas esté claro.

Espiritualidad es un estado de existencia. Pero surgirá una duda en la mente: ¿No es también hacer algo? ¿Es sólo existir? Hemos oído a mucha gente decir que la espiritualidad también implica intensa actividad desinteresada; cuanto más espirituales nos volvemos, mayor es nuestra capacidad de trabajar y más capaces nos volvemos para realizar servicio desinteresado, de modo que espiritualidad es también “hacer” en vez de meramente “ser”. Tal duda puede surgir en la mente de la gente. Entonces, ¿cómo decimos que la espiritualidad es un estado de ser más que de hacer?

Esta duda surge debido a que uno no tiene en claro el verdadero significado de “ser” o “hacer”. Desde nuestra misma niñez, somos educados en una atmósfera de relaciones sociales y no podemos salirnos de este prejuicio. “Prejuicio” significa una actitud que ha entrado en nuestra misma sangre y que influencia todos nuestros pensamientos, todos nuestros sentimientos y todo lo que hacemos en la vida. Está en el fondo de todo lo que pensamos, sentimos y hacemos; eso se llama prejuicio. No tiene base lógica. Una persona prejuiciosa no puede ser convertida lógicamente a una nueva línea de pensamiento, porque hay una disposición a una forma particular de pensar debido a la atmósfera en la cual uno ha sido educado.

Ahora, cuando digo prejuicio, no quiero decir meramente las condiciones en las cuales hemos sido educados en esta vida en particular, porque tuvimos muchas vidas en encarnaciones anteriores. Debemos haber tenido muchas vidas y todas las impresiones de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones de millones y millones de nacimientos que hemos tenido se suman al prejuicio de nuestro pensamiento, de modo que lo que estamos pensando hoy es un efecto acumulativo de todo lo que hemos pensado, sentido y hecho en los muchos nacimientos por los que hemos pasado. Este prejuicio se ha convertido en parte de nuestra naturaleza. No es solamente una función psicológica en el sentido corriente del término; es algo que no puede ser separado de nuestra misma piel. Nuestra misma existencia es un prejuicio.

Este aspecto peculiar nuestro tiene un significado más profundo que la conducta humana corriente. La base de esta actitud externalizada y socializada es el prejuicio primario de la mente llamado concepto de espacio, tiempo y causa; ese es nuestro principal prejuicio. Los prejuicios tales como, “soy indio”, “soy alemán”, “soy un hombre”, “soy una mujer” son menores. Pero el mayor prejuicio es: “Yo estoy en espacio y tiempo, y estoy en un sistema de relación causal”. Éste es el mayor prejuicio y nadie puede salirse del mismo.

Cualquiera sea la extensión de nuestro conocimiento, cualquiera sea la profundidad de nuestro genio, no podemos salirnos de la idea de que estamos en espacio y tiempo, y de que las cosas están conectadas en cierta clase de relación causal. No sólo eso — tenemos la idea de que las cosas están fuera de nosotros.

Ahora, estoy volviendo al punto de la diferencia entre ser y hacer. ¿Por qué ha surgido esta noción peculiar de que hay una distinción entre ser y hacer? Se debe a que uno se diferencia de la otra gente del mundo. Hay una distinción sutil entre uno y los demás. Tú no eres yo y yo no soy tú. Esto es algo muy simple de entender. Debido a que mi existencia —llamada “mi ser” — es diferente de la existencia de otra gente, tengo una necesidad de desarrollar una relación con otras personas. Esto se llama “hacer”. Entonces, la necesidad de hacer surge debido a que no soy uno con los demás y ellos no son uno conmigo. Si yo soy ellos y ellos son yo, la cuestión de hacer no surge, porque no hay nada por hacer.

Pero, no es cierto. Yo no soy ellos y ellos no son yo. Somos todos diferentes. Todas las personas tenemos existencia propia; ustedes existen. Y yo tengo una existencia propia; yo existo. Pero mi existencia es diferente de la suya, ¿no es así? Entonces, ¿cuál es la conexión entre mi existencia y la suya? Esa conexión se llama acción. Es por eso que ustedes hacen algo y yo hago algo. Así que tenemos la duda original en la mente de que existe una diferencia fundamental entre ser y hacer. Mientras seamos diferentes los unos de los otros, habrá una diferencia entre ser y hacer. No podemos salirnos de esta noción.

Esa es también la razón de la distinción filosófica que la gente hace entre conocimiento y actividad — o, en lenguaje sánscrito, jñana y karma. Hay una tremenda lucha filosófica con respecto a si el conocimiento es superior o la acción es superior. Todas estas dificultades han surgido debido a un error fundamental en el entendimiento de la misma situación humana. La cuestión de si el conocimiento es superior o la acción es superior surge de otra cuestión: ¿Yo soy uno con ustedes o diferente de ustedes? A decir verdad, si yo soy diferente de ustedes, entonces la acción no puede ser evitada; es superior, a su manera. Pero si hay una conexión entre ustedes y yo, ¿qué es esa conexión?

Ahora, ustedes están sentados allí, a varios metros de mí. ¿Ven alguna conexión entre ustedes y yo? Yo no puedo ver ninguna conexión. No hay ningún cable que los conecte conmigo — ningún hilo. No hay nada. Somos absolutamente diferentes unos de otros, y no hay la más mínima conexión entre nosotros.

Si ese fuera el caso, sería muy difícil vivir en este mundo porque, por un lado, tenemos un sentimiento compulsivo de que hay cierta conexión entre nosotros y los demás, y por otro lado, no podemos ver ninguna conexión. Es por ello que estamos peleando con otra gente. Todos los días ustedes pelean conmigo y yo peleo con ustedes. Yo estoy en desacuerdo con ustedes y ustedes están en desacuerdo conmigo. A mí no me gustan ustedes y a ustedes no les gusto yo. ¿Por qué surge esta situación? Se debe a que ustedes no pueden ver ninguna conexión conmigo y yo no puedo ver ninguna conexión con ustedes. Esta conexión no puede ser vista. Bien, es una verdad muy práctica. ¿Cuál es esa conexión? Ustedes están sentados allí. ¿Qué vínculo hay entre ustedes y yo? ¡Absolutamente ninguno! Entonces, yo puedo hacerles cualquier cosa y ustedes pueden hacerme cualquier cosa a mí. Esto se llama guerra, batalla, tensión social; y no puede cesar mientras tengamos el sentimiento de que no tenemos conexión entre nosotros.

Pero hay otro rasgo particular en nosotros que nos hace sentir que no puede ser así. ¿Por qué siento simpatía por ustedes? ¿Por qué siento pena por ustedes? ¿Por qué me gusta hablarles? ¿Por qué me gusta ayudarlos? ¿Por qué me gusta tener cierta clase de relación social con ustedes si entre ustedes y yo no hay ninguna conexión en absoluto? ¿Entienden? Algo que no está realmente conectado con otra cosa no puede tener simpatía por la misma. Simpatía significa conexión. No es meramente una palabra psicológica; es también una palabra filosófica. Simpatía significa relación en armonía, cierta clase de conexión invisible. Incluso si ustedes están muy lejos — a mil millas de mí — pueden tener una relación conmigo. Pueden pensar en mí; y algunas veces los pensamientos establecen una relación mayor que incluso las relaciones físicas.

Entonces, por un lado, tenemos un sentimiento de que sin cierta clase de relación con otros, no podemos existir. Por otro lado, tenemos el sentimiento: “¿Qué conexión tienen conmigo? Yo soy una persona independiente. Iré adonde me plazca.” Algunas veces, la gente habla así. “¿Qué tengo que ver contigo? ¿Qué piensas que soy?”. Esa es la actitud pendenciera de la gente. Cuando uno está enojado, habla así, ¿no es cierto? “¿Quién crees que soy? Haré esto y aquello. ¡Me iré de aquí!” Uno dice lo que quiere. Ese es el resultado del otro aspecto de su naturaleza, que lo hace pensar erróneamente que no tiene conexión con la gente. Si tuviera una verdadera conexión con la gente, no hablaría así; sin embargo, algunas veces, uno tiene el sentimiento de que no hay conexión.

Por otro lado, uno se siente miserable cuando está absolutamente solo. Si yo los encerrara por tres días en una habitación donde no pudieran ver ningún rostro humano, se sentirían muy infelices. “No tengo amigos. No puedo ver a nadie. Es como si estuviera en una prisión.” ¿Por qué sienten eso? Si uno no tiene conexión en absoluto con la gente, debe estar feliz de estar totalmente solo. Pero esa no es la verdad; se sentirá miserable. Va a un negocio, al mercado, el cine; va a ver a toda clase de personas para establecer relaciones, haciendo parecer que uno no puede existir sin relacionarse.

Por lo tanto, la vida humana es una tensión entre dos aspectos que nos tiran en dos direcciones diferentes. Por un lado, sentimos que somos personas independientes. Y esa es la razón por la cual algunas veces nos volvemos egoístas. El egoísmo se debe al sentimiento ocasional de que somos independientes, sin ninguna conexión con otras personas, de modo que podemos explotar a otros o incluso destruirlos. “Yo soy independiente. ¿Por qué no debería destruir a otros? No tengo conexión con ellos.” Pero algunas veces sentimos que eso es muy fuerte, que no deberíamos hacer eso. Tenemos un sentimiento humanitario, un sentimiento de hermandad y unidad con la gente. Esta doble actitud de nuestra naturaleza es la causa de nuestro sufrimiento.

¿Por qué tenemos una doble actitud? Algunas veces sentimos que somos diferentes y, por lo tanto, podemos enojarnos. Otras veces sentimos que somos uno, entonces tenemos un sentimiento de afecto. La razón es simple. Una vez más, estoy volviendo al punto original de la distinción entre ser y hacer, que ha surgido el prejuicio natural central de que estamos en espacio y tiempo, y de que tenemos una relación causal con las cosas. ¿Estamos en espacio? ¿Estamos en tiempo? Si estamos en espacio, significa que estamos desconectados de otros, porque el espacio es sólo una forma de desconectar una cosa de otra. Es debido al espacio que ustedes parecen ser diferentes de mí. De otro modo, ¿cuál es la distinción? Si no hubiera espacio entre nosotros, nos fundiríamos en uno, ¿no es así? Pero el espacio nos impide fundirnos. Entonces, podemos decir que el espacio es el primer demonio que ha creado esta distinción de pensamiento, sentimiento, acción, etc.

El intento de ser espiritual es el esfuerzo de la realidad más profunda de nuestra naturaleza por manifestarse y superar este prejuicio de que estamos en espacio y tiempo, y que tenemos relaciones causales. La noción de que estamos en espacio, tiempo y causa es un error de pensamiento. Si esa fuera la verdad última de las cosas, todos los problemas de la vida habrían terminado en un minuto — cada uno habría pensado que cualquiera puede hacer cualquier cosa. No habría necesidad de regla, ley, regulación, gobierno o cosas por el estilo.

Cualquier tipo de sistema, cualquier clase de metodología u organización es una indicación de que las cosas no están realmente desconectadas en espacio y tiempo. ¿Por qué queremos un gobierno? ¿Por qué queremos un sistema de trabajo en absoluto? ¿Por qué debería haber alguna clase de organización si todo está desconectado? La organización es la unión de factores que son aparentemente diferentes. Pero si realmente fueran diferentes, no podríamos unirnos, de modo que todo nuestro esfuerzo sería un fracaso. Todo carecería de sentido en esta vida. Pero eso no es lo que nos dice nuestro corazón. Éste nos dice que hay cierta unidad entre las cosas. Siempre hablamos de organización y metodología, de trabajo, sistema, ley y orden, regla y demás. ¿Por qué estamos hablando de esas cosas si todo está desconectado?

Así, toda la vida humana es un drama de dos escenas, ser y hacer. Ser es lo que somos. Hacer es lo que tratamos de manifestar para que éste ser se vuelva cada vez más completo. ¿Por qué hacemos algo? ¿Por qué actuamos? ¿Por qué trabajamos? ¿Por qué realizamos alguna función? ¿Por qué establecemos relación con algo en el mundo — gente u otras cosas? Se debe a que nuestro ser es limitado. Hay un “ser” Prof. Jack, un “ser” Elizabeth y demás — pequeños seres — y ellos se sienten muy finitos y miserables.

Queremos expandir nuestro ser, lo que estamos tratando de hacer al conectarnos con otros seres — este ser, aquel ser y cientos de seres. Si se juntaran muchos seres, parecería que el ser se ha agrandado. Es por eso que nos sentimos felices cuando estamos en medio de muchos amigos y admiradores, y tenemos un sentimiento de que si hubiera un gobierno mundial sin ningún ejército nacional, estaríamos muy felices, tal vez. ¿Por qué debería haber muchas naciones y muchos ejércitos? Que haya sólo un gobierno para el mundo entero. Entonces nos sentiríamos más seguros. Sentimos así debido a que tenemos una sensación de estar unidos con muchos seres en una unidad mayor, mientras que ahora sentimos que somos seres limitados.

Por lo tanto, incluso nuestro hacer o nuestra acción es sólo una necesidad que sentimos por expandir nuestro ser. Así, en última instancia, “ser” es la verdad, no “hacer”, porque nuestro accionar es sólo para el ser. Nuestra existencia presente es insuficiente, es limitada, es física. Está sólo en un lugar, separada de otra gente, de otros seres, mediante espacio, tiempo, etc. Queremos expandir esa existencia, pero lo estamos haciendo de modo inadecuado. Sólo porque nos demos la mano con otra gente o tomemos el té con ellos a la misma mesa, o que hablemos con la gente en una conferencia, no significa que nuestro ser se haya expandido. Por más que tratemos de sentarnos junto a miles de personas y de tener una actitud amigable hacia ellos, ellos seguirán siendo ellos y nosotros seguiremos siendo nosotros. Tarde o temprano, pelearemos. ¿Por qué? Éste es un método artificial de generar la expansión de la existencia con la unidad de la gente. ¿Cómo podemos unirnos con esa persona? Podemos sentarnos en la falda, podemos sentarnos sobre su cabeza — pero aún entonces, seremos diferentes de esa persona, ¿no es así?

Ésta es la razón por la cual los meros métodos de unidad sociológicos, políticos, económicos y externos han fracasado, desde tiempos remotos. Todos los grandes imperios han caído, incluyendo el imperio romano, el griego, el asirio y el babilónico. Todo se ha ido por tierra debido a que todos esos eran métodos erróneos que la gente intentó, con motivo piadoso sin duda, por generar cierta unidad que no puede tener lugar meramente apilando particulares.

Juntar a la gente en una unidad social es sólo un amontonamiento de particulares, y eso no es verdadera unidad. En última instancia, lo que estamos tratando de hacer es una existencia única. Todos nuestros seres deberían unirse en uno solo, como un solo océano que tiene todas las gotas en su interior. No podemos ver muchas gotas en el océano. Aunque haya muchas gotas, son sólo una. En última instancia, todo el océano es sólo una gota, es una gran gota, pero contiene pequeñas gotas que no podemos separar. Si juntamos muchas piedras o partículas de arena, no podemos llamarlas una unidad. Cada partícula de arena es diferente de las otras. Así, unirnos socialmente, políticamente, económicamente y externamente es como tratar de unir millones de partículas de arena. Nunca se unirán. Las partículas de arena son diferentes entre sí a pesar de estar en una misma canasta.

Por lo tanto, espiritualidad — ahora estoy yendo al punto original — no es mera relación social, aunque mucha gente piensa que eso también es parte de la espiritualidad. La espiritualidad puede manifestarse más tarde como relación social, pero no es idéntica con ésta. La espiritualidad es la conciencia de la existencia. En sánscrito, la llamamos sat; sat significa Pura Existencia. No es existencia limitada, porque todo aquello que está limitado es infeliz. Ésta es la razón por la cual queremos volvernos más ricos y más poderosos. ¿Cuánta riqueza queremos? Queremos todo Brasil; queremos Sudamérica entera, queremos la totalidad de ambas Américas. Queremos el mundo entero, el cielo, el sol, la luna y las estrellas — y, aún así, no somos felices. ¿Por qué es que tenemos tales deseos? Queremos expandir nuestro poder ilimitadamente; queremos expandir nuestra riqueza ilimitadamente; queremos expandir nuestra existencia ilimitadamente. Hasta no alcanzar esto, no seremos felices. Por lo tanto, el hombre es infeliz. Es infeliz debido a su existencia limitada.

La espiritualidad, para volver una vez más al punto, es la expansión de la existencia. Y toda acción que realizamos es también parte de la existencia. Tiene por objetivo expandir la existencia. Es por ello que se dice que Karma Yoga es un yoga en sí mismo para lograr la realización de Dios. Ustedes se preguntarán qué conexión hay entre karma y Dios. La conexión es simple. Toda clase de relación con otros es un intento del alma por llegar a una unidad de existencia en un gran tamaño que se expande a la infinitud entera. Éste Ser Supremo es llamado Dios. Llamamos Dios al Ser Supremo porque hay sólo un Ser. Y todos los seres juntos, mucha gente sentada junta, no son un ser — al igual que la analogía mencionada anteriormente, muchas partículas de arena no hacen a una partícula de arena. Nosotros nos fundimos en el Ser de Dios como las gotas se funden en el océano.

Por lo tanto, en nuestro intento de ser espirituales, no estamos tratando de establecer una relación exteriorizada con las cosas, porque la exterioridad desaparece en el Infinito. No hay exterioridad allí. El Infinito es universalidad, de modo que debemos hacer una distinción entre universalidad y exterioridad. Todas nuestras actividades son exteriorizadas; por lo tanto, cualquiera sea el éxito aparente de nuestras acciones exteriorizadas, finalmente son un fracaso; a menos que sean cargadas con una conciencia espiritual que es la conciencia de la verdadera unidad del Ser. En última instancia, es un único Ser el que está trabajando. Eso es lo que nos dicen nuestras religiones. Es Dios trabajando.

Cuando decimos que Dios trabaja, no significa que algún otro esté trabajando. Nosotros también tenemos una noción errónea de Dios, que Dios significa algún otro. Hacemos una distinción entre Dios, el mundo y el hombre. Esto es, una vez más, debido al prejuicio de espacio, tiempo y causa. ¿Por qué pensamos que Dios está en los cielos y afuera de nosotros? Esto se debe al espacio. Hacemos una distinción espacial entre nosotros y Dios. El concepto de Dios trasciende la idea de espacio, tiempo y causa. Éste es el verdadero Ser, inseparable de nuestro ser e inseparable de los seres de otras personas también; de modo que sólo puede haber un Ser. Esta conciencia de la totalidad del Ser — no meramente un agregado de particulares sino una verdadera fusión del Ser — es el objetivo de la espiritualidad. Esta conciencia tiene que manifestarse en nuestra acción.

Hace dos días, un visitante vino y me preguntó, “Swamiji, usted está trabajando tanto. ¿No se siente perturbado o distraído en sus meditaciones?”

Le dije, “No estoy trabajando. Si estuviera trabajando, estaría distraído.”

Entonces, le pregunté: “Aquí hay una mesa. ¿Qué ve? ¿Es un escritorio o es madera? ¿Qué es?”

El dijo, “Es un escritorio”.

Le dije, “Yo digo que es madera, porque ‘escritorio’ es sólo un nombre que uno le da a una posición particular de la madera. La posición de la madera no es un objeto en sí mismo, de modo que uno no puede decir que haya tal cosa como un escritorio. Sólo hay madera; la madera ubicada en un contexto particular es llamada escritorio. ¿Puede considerar a un contexto o una posición como un objeto en sí mismo? No. Puedo poner la misma madera en otra posición y se convierte en un catre. En una tercera posición, se convierte en una silla, ¿no es así? De modo que no hay tal cosa como silla, no hay tal cosa como mesa, no hay tal cosa como escritorio; hay sólo madera. Yo también, en mi humilde forma, trato de ver que no existe tal cosa como trabajo. Es solo la conciencia que existe, del mismo modo en que la madera existe detrás de la mesa.”

Él dijo, “Es muy difícil entender esas cosas”.

Le dije, “Es muy difícil. ¿Qué puedo hacer? Pero una vez que uno se habitúa a esta forma de pensar, toda su actividad se convierte en una manifestación de su ser. Uno mismo se está moviendo en sus acciones, como el océano se mueve a través de las olas. De modo que uno no está haciendo nada externo con respecto a sí mismo; por lo tanto, el karma no puede atarlo. Ese karma que no puede atarlo es el llamado Karma Yoga. Cuando uno mismo es la acción, ¿cómo puede ésta atarlo? Uno no se ata a sí mismo. Si uno tiene tantas confusiones en su cabeza — como que su acción es algo externo con respecto a sí mismo, procediendo de uno, a través de espacio y tiempo, hacia algún otro — entonces, esa acción reaccionará sobre uno. Éste es el llamado justo castigo del karma. Éste es el karma que ata.”

Por lo tanto, es muy difícil incluso concebir qué es la verdadera espiritualidad. Yo solo les he dado una idea acerca de ello. Es imposible mantener una conciencia de lo que la espiritualidad es. Incluso es imposible tener en la mente la idea de ello, mucho menos practicarlo. No entrará en la cabeza de la gente. Pero una vez que se vuelve parte de nuestra forma natural de pensar, nos convertimos

en superhombres desde ese mismo momento. Ese es el objetivo de nuestra vida.


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